Pelota Montessori

La primera vez que las vi pensé que eran otro invento, la verdad, otra cosa más para la larga lista del ajuar del bebé, pero a base de informarme (y teniendo en cuenta que por ahora es prácticamente el único material Montessori que le puedo ofrecer) al final me decidí a comprarla.

Y la verdad es que ha sido un acierto, solo con ver cómo la puede agarrar Jan, cómo la sujeta y zarandea con una sola mano sin que se le escape y la persigue con la mirada al sonar el cascabel, vale la pena. Y eso que aún no la puede perseguir gateando!

Se nota que es algo diseñado para que alguien tan pequeñito como Jan pueda jugar con  ello, sujetarlo, trastearlo... sin frustración y sin poder hacerse daño. No como mucho otros juguetes supuestamente pensados para su edad... 

Aquí podéis encontrar info sobre la pelota en sí. La nuestra es más pequeñita.

Y aquí el perfil de facebook de Ainoha, a quien se la hemos comprado muy bien de precio, pudiendo elegir colores y con un trato de lo más amable.

Pedibuena y Pedimala

Jan tiene dos pediatras, la de la seguridad social y la de una mutua privada. Hoy os voy a explicar porqué una es la buena y la otra la mala, teniendo siempre en cuenta que hablo de personas concretas, no de sistemas.

La Pedibuena. Nos la recomendó una de mis amigas y, sinceramente, fue todo un acierto. Es una mujer súper dulce, con una mano increíble con los niños, solo la forma de dirigirse a él ya te deja encandilado (y el niño responde consecuentemente), además de que se nota muchísimo que sabe mucho no, lo siguiente y que disfruta cantidad con su trabajo. Cada vez que lo visita lo evalúa entero de pies a cabeza, cualquier cosita que le ve nos la comenta y nos explica el porqué de aquello que nos indica.

La Pedimala. Primero quiero decir que gran parte del problema se debe a que es una víctima del sistema sanitario que nos ha tocado tener ahora mismo. No sé cómo funciona en vuestros CAPs pero en el mío las revisiones las hace la enfermera y la pediatra solo entra dos minutos de reloj para hacer la evaluación del niño a la velocidad del rayo. Al margen, el resto del problema, se puede deber a una falta de interés.

Ejemplos para que veáis que no soy una paranoica, promutua y antisistema:

Caso número 1.
Jan, al principio del verano, se llenó de granitos rojos, rojeces y costra láctea.
Primero, por logística, lo llevé al CAP. La Pedimala pretendía que le enseñara uno de los eccemas sin sacar al niño del carrito mientras decía "Sí, debe de ser piel atópica, con lo blanquito que es...". Yo, como mamá leona, me negué a que diagnosticara al niño solo con apartarle un poco el bodie a un lado y viendo una roncha de un hombro cuando tenía todo el torso y los bracitos llenos, así que saqué al bebé del carro, lo puse sobre la camilla y lo desnudé para que al menos lo viera. Me fui a casa con un "compra en la farmacia una crema cualquiera para piel atópica". He de añadir que no había gente esperando, por lo que si no lo atendió mejor, no fue porque no tenía tiempo.
A la semana la cosa iba a más así que pedí hora con la Pedibuena. Lo miró por todas partes y nos explicó que lo que Jan tenía en los brazos era un eccema, probablemente por el calor, lo del cuerpo era un brote de dermatitis atópica y tenía una costra láctea bastante agresiva. Aprovechando que habíamos ido le hizo la revisión básica (control de reflejos, control cefálico, testículos, abdomen...). Nos fuimos a casa con una crema para la piel atópica, otra para el eccema, aceite de almendras para la cabeza y cita para la dermatóloga pediátrica al cabo de unas semanas.

Caso número 2.
Jan tiene la cabeza grande. No es cabezón porque todo él es grandote, pero si ya comenté que siempre anda en el borde superior de las curvas de crecimiento, la verdad es que la cabeza lleva, desde que nació, por encima de la curva.
La Pedibuena le pidió, en la revisión de los tres meses, una ecografía transfontanelar para descartar que pudiera haber alguna cosa atípica (una hidrocefalia básicamente, aunque nunca pronunció esa palabra concreta). Al cabo de unos días se la hicimos y todo está bien.
En la revisión de los cuatro meses (en el CAP a los tres meses no lo visitan), se lo comentamos a la enfermera por si lo quería apuntar en la historia del niño, ya que en la primera visita nos insistió mucho en que lo que "se ve" en todos los hospitales y demás es lo que pone en esa historia y nada más. Ella se lo comentó a la pediatra que se limitó a decir, mientras pasaba de nuevo a su despacho, que ya se ve a simple vista que la cabeza del niño es normal.

Hay más ejemplos, pero no quiero extenderme.

Volver

Bueno, ha llegado el día, mañana vuelvo a trabajar y me siento fatal. Llevo todo el día terriblemente triste y, aunque sé que debería de estar lo más tranquila posible para que Jan no note que pasa nada raro, no ha habido manera y alguna que otra llorera me he pegado.
No soporto la idea de no ver esa sonrisa durante todo el día, o no estar ahí cuando se despierte y empiece a hacer ese ruidito que le ha dado por hacer últimamente (está entrenando las cuerdas vocales con agudos y grititos). Pero sobre todo, no soporto saber que no estaré cuando me necesite para dormir, que no le podré dar su primer biberón de la mañana...
Sabía que este día llegaría pero no podía ni imaginar lo duro que es.

Es mi bebé, mi cría y saber que estaré muchas horas separada de él me rompe por dentro.

Porteo

Una de mis experiencias fallidas como mami está siendo el porteo.
Jan es un bebé muy grande, pesó 4,450 al nacer (lo sé, lo sé) y, desde entonces, se mantiene en la parte más alta de las curvas de crecimiento. Es genial, da para mucho cachondeo con las tallas de ropa que usa (la de 6m a los 4, por ejemplo) y le encanta a las iaias que nos encontramos, que así pueden hablar de lo hermoso que está.
El problema lo tenemos su padre y yo que nos toca cargar con él. No pasamos fases previas con lo que nuestra espalda y brazos no pudieron adaptarse gradualmente al aumento de peso. Así que, buscando, encontré la solución a nuestros dolores en algo aparentemente genial que encanta a m/padres y bebés: el porteo.
Estando embarazada había comprado una mochila ergonómica ergobaby imaginando paseos con mi bebé ahí metidito que me derretían solo de pensarlo... y resulta que la gente las usaba también en casa!! Para poder hacer algo mientras se tiene al bebé en contacto con nosotros! Me parecía genial, una forma perfecta de terminar con las largas siestas (suyas) sentada en el sofá, cargando con Jan sin hacerme polvo los brazos y amortizando de paso la mochilita (nada barata, para qué negarlo).
Lo que no tuve en cuenta fue El Otro Factor: Jan la odiaba.
Dos veces aceptó estar metido en ella (cargándola su padre, conmigo nanai), un ratito, antes de empezar a llorar como un loco.
Así que en un cajón quedó nuestra maravillosa mochila, pero como cabezona que soy, de vez en cuando la voy probando. Hace un par de semanas conseguí portearle 15 min por casa mientras hacía alguna cosa, pero el logro (y de ahí el rollo de este post) ha sido hoy. En este momento Jan lleva 35 min durmiendo dentro de su mochilita, apoyado en mi pecho, mientras yo trasteo el blog.
No sé si se repetirá -he tenido que dormirlo en brazos y meterlo en la mochila dormido- pero me siento cautelosamente esperanzada.

¿Comenzamos?

Siempre, desde bien jovencita, mi forma de "sacar las cosas" ha sido escribir, siendo muy, muy joven, en diarios (madre mía, qué anticuado suena eso!) y, después, con la aparición de internet, en formato blog. Por lo que no, no soy nueva en este mundillo, aunque este blog sí nace desvinculado de cualquier otra cosa que haya hecho anteriormente. ¿Porqué? Pues porque responde a una necesidad completamente nueva: la de poner palabras a todo lo que está suponiendo la maternidad para mí.

La intención es hablar de mi experiencia, que es totalmente subjetiva y no pretende ser modelo, norma, ni mucho menos la más adecuada. Creo que cada madre hace lo que puede, siempre con la mejor intención.

Además, compartiré recursos, enlaces, informaciones (soy una enferma de la información, alimentar a mi cerebro es mi principal vicio)... cosas que a mí me han resultado interesantes o útiles.