Pedibuena y Pedimala

Jan tiene dos pediatras, la de la seguridad social y la de una mutua privada. Hoy os voy a explicar porqué una es la buena y la otra la mala, teniendo siempre en cuenta que hablo de personas concretas, no de sistemas.

La Pedibuena. Nos la recomendó una de mis amigas y, sinceramente, fue todo un acierto. Es una mujer súper dulce, con una mano increíble con los niños, solo la forma de dirigirse a él ya te deja encandilado (y el niño responde consecuentemente), además de que se nota muchísimo que sabe mucho no, lo siguiente y que disfruta cantidad con su trabajo. Cada vez que lo visita lo evalúa entero de pies a cabeza, cualquier cosita que le ve nos la comenta y nos explica el porqué de aquello que nos indica.

La Pedimala. Primero quiero decir que gran parte del problema se debe a que es una víctima del sistema sanitario que nos ha tocado tener ahora mismo. No sé cómo funciona en vuestros CAPs pero en el mío las revisiones las hace la enfermera y la pediatra solo entra dos minutos de reloj para hacer la evaluación del niño a la velocidad del rayo. Al margen, el resto del problema, se puede deber a una falta de interés.

Ejemplos para que veáis que no soy una paranoica, promutua y antisistema:

Caso número 1.
Jan, al principio del verano, se llenó de granitos rojos, rojeces y costra láctea.
Primero, por logística, lo llevé al CAP. La Pedimala pretendía que le enseñara uno de los eccemas sin sacar al niño del carrito mientras decía "Sí, debe de ser piel atópica, con lo blanquito que es...". Yo, como mamá leona, me negué a que diagnosticara al niño solo con apartarle un poco el bodie a un lado y viendo una roncha de un hombro cuando tenía todo el torso y los bracitos llenos, así que saqué al bebé del carro, lo puse sobre la camilla y lo desnudé para que al menos lo viera. Me fui a casa con un "compra en la farmacia una crema cualquiera para piel atópica". He de añadir que no había gente esperando, por lo que si no lo atendió mejor, no fue porque no tenía tiempo.
A la semana la cosa iba a más así que pedí hora con la Pedibuena. Lo miró por todas partes y nos explicó que lo que Jan tenía en los brazos era un eccema, probablemente por el calor, lo del cuerpo era un brote de dermatitis atópica y tenía una costra láctea bastante agresiva. Aprovechando que habíamos ido le hizo la revisión básica (control de reflejos, control cefálico, testículos, abdomen...). Nos fuimos a casa con una crema para la piel atópica, otra para el eccema, aceite de almendras para la cabeza y cita para la dermatóloga pediátrica al cabo de unas semanas.

Caso número 2.
Jan tiene la cabeza grande. No es cabezón porque todo él es grandote, pero si ya comenté que siempre anda en el borde superior de las curvas de crecimiento, la verdad es que la cabeza lleva, desde que nació, por encima de la curva.
La Pedibuena le pidió, en la revisión de los tres meses, una ecografía transfontanelar para descartar que pudiera haber alguna cosa atípica (una hidrocefalia básicamente, aunque nunca pronunció esa palabra concreta). Al cabo de unos días se la hicimos y todo está bien.
En la revisión de los cuatro meses (en el CAP a los tres meses no lo visitan), se lo comentamos a la enfermera por si lo quería apuntar en la historia del niño, ya que en la primera visita nos insistió mucho en que lo que "se ve" en todos los hospitales y demás es lo que pone en esa historia y nada más. Ella se lo comentó a la pediatra que se limitó a decir, mientras pasaba de nuevo a su despacho, que ya se ve a simple vista que la cabeza del niño es normal.

Hay más ejemplos, pero no quiero extenderme.

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